Queridos hijos, Mí Jesús espera mucho de vosotros. ¡Valor! Lo que tenéis que hacer, no lo dejéis para mañana. Ahora vivís el tiempo de los dolores y solo con la fuerza de la oración podréis soportar el peso de las pruebas que aún están por venir. El futuro estará marcado por una gran división en la Casa de Dios. La falta de amor a la verdad llevará a muchos de Mís pobres hijos a una gran ceguera espiritual. Orad. Buscad fuerzas en el Evangelio, en la Eucaristía y en las enseñanzas del verdadero Magisterio de la Iglesia de Mí Jesús. No retrocedáis. Estad atentos. Babel se extenderá por todas partes y muchos retrocederán. Sufro por lo que os espera. Dadme vuestras manos y Yo os conduciré a Mi Hijo Jesús. En ese momento, haré caer del Cielo sobre vosotros una extraordinaria lluvia de gracias. ¡Adelante! Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por permitirme reuniros aquí una vez más. Os bendigo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.