Queridos hijos, Mi Jesús Me ha enviado para llamaros a la conversión sincera. Por amor a vosotros y con el permiso de Jesús, vengo del Cielo para ayudaros. No os olvidéis: El Cielo debe ser siempre vuestra meta. Alejaos del mundo y vivid vueltos hacia las cosas del Cielo. A lo largo de estos años he encontrado corazones abiertos y he ayudado a encontrar los Tesoros de Dios. Como he dicho en el pasado, depende de vosotros aquello que necesito hacer en vuestro favor. No permitáis que la muralla de la libertad impida la Gracia de Mi Jesús llegar a vosotros. Vosotros sois preciosos para el Señor. Vuestros nombres ya están inscritos en el Cielo, pero os pido que seáis dóciles a Mi Llamado. Vuestro Sí contribuirá al Triunfo Definitivo de Mi Inmaculado Corazón. ¡Coraje! Todo lo que hacéis en favor de Mis Planes, el Señor os lo recompensará generosamente. Sed fieles. Escuchadme y seréis grandes en la fe. Acoged Mis Llamados y el Cielo será vuestra recompensa. Decid a todos que necesito de vuestro Sí sincero y valiente. Los proyectos que aquí he iniciado son de Dios y ninguna fuerza humana podrá destruir. Las Maravillas de Dios vendrán para Mis Devotos. ¡Adelante! Después de toda tribulación, el Señor enjugará vuestras lágrimas y veréis la paz reinar para siempre. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.