Queridos hijos, Mi Jesús os ama. No retrocedáis. Su Amor transformará vuestras vidas y seréis ricos de Su Gracia. Abrid vuestros corazones y acoged Su Evangelio. Yo he venido del Cielo para llevaros al Cielo. Escuchadme. Vosotros tenéis libertad, pero no permitáis que vuestra libertad os conduzca a la esclavitud del pecado. Sois del Señor y solamente a Él debéis seguir y servir. Os conozco a cada uno de vosotros por el nombre y os pido que seáis hombres y mujeres de oración. La humanidad está enferma y necesita ser curada. Arrepentíos. Recorred el camino de la santidad que os he señalado, pues solamente así podréis contribuir al Triunfo Definitivo de Mi Inmaculado Corazón. Coraje! Si os suceder caer, en el Sacramento de la Confesión encontraréis fuerza y en la Eucaristía vuestra plena victoria. Aún tendréis largos años de duras pruebas, pero después de todo el dolor, la humanidad encontrará la paz. Será este el tiempo del Triunfo Definitivo de Mi Inmaculado Corazón. ¡Adelante sin miedo! Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.