Queridos hijos, no temáis. Depositad vuestra confianza y esperanza en el Señor. Os pido que mantengáis encendida la llama de vuestra fe. Yo soy vuestra Madre y he venido del Cielo para llamaros a conversión sincera. Abrid vuestros corazones y aceptad la Voluntad de Dios para vuestras vidas. Vosotros estáis en el mundo, pero no sois del mundo. No permitáis que el humo del demonio cause ceguera espiritual en vuestras vidas. Rezad. Camináis hacia un futuro doloroso y solamente por la fuerza de la oración podréis soportar las pruebas que ya están en camino. Arrepentíos. El arrepentimiento es el primer paso a ser dado para alcanzar la salvación. Acercaos al confesionario y buscad la Misericordia de Mi Jesús. Recordad siempre: Vuestra victoria está en la Eucaristía. ¡Coraje! Yo rogaré a Mi Jesús por vosotros. Suceda lo que suceda, no os apartéis de la verdad. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.